
Bonita etapa de la vida, todo es sano, sin malicia, te hacen ver las cosas con malicia los adultos, tu no las ves, ¡que bueno!, así debería ser el mundo siempre.
Recuerdo mis tardes en la huerta de mis abuelos jugando con mi perro Moro (que un día me mordió, y se lo llevaron....mi tia nunca lo olvidó, ni yo; llevo su marca en mi nalga). Tenía perales, higueras, manzanos, muchas flores, papas y bastante terreno sin cultivar en el que disfrutaba correteando, jugando con mis amigos los vecinos, casi todos niños. Hacíamos unas casetas en los recovecos de los árboles y pasabamos horas allí metidos, hablando de miles de cosas sencillas. Había un gran tanquilla, sin agua que usaba para jugar a la "ventita", sóla muchas veces, arrancaba hierbas, flores, plantitas con forma de plátanos que tenía mi abuela Eufemia, botes, piedras, y yo vendía y compraba, algunos días tenía más suerte y mi abuela era la que venía a comprarme, ella también me dedicaba mucho tiempo de sus tardes. Me gustaba pasar allí mis tardes después de venir del colegio, porque era más divertido que en casa, además alli casi todo estaba permitido.
Ummmm, que ricas meriendas con pan y chocolate...todavía lo huelo. Y mi comida preferida que mi abuela hacía los sábados para que yo subiera a comer, arroz blanco le decimos nosostros, es una especie de arroz a la cubana, con plátanos fritos, salchichas, salsa de tomate, huevos fritos y por supuesto arroz (nunca he vuelto a probar un arroz igual...)
Que sencillo era todo, sin preocupaciones, sin estrés, sin nervios, sin envidias.........
Alli dormía los sábados por la noche, me encantaba, y mi tía Luisa se ponía como un demonio porque todos los sábados orinaba la cama, y a media noche había "jolgorio", a cambiar sábanas, y vuelta a dormir. Me oriné hasta que tuve por lo menos 11 años ( cosa que ami madre la sacaba de quicio), mira que le dimos vueltas a los colchones de crin, y los ponía mi madre al sol para que secasen.
Mi tía, costurera me tenía siempre vestida como dice ella "como una niña rica", porque después sus clientas veían mis trajes y los querían igual para sus hijas.
Recuerdo un disfraz de flor que me hizo, ese día bajaba yo sóla porque antes aunque fueras bastante niña, podías ir a los sitos cercanos caminado y sola, a casa de una prima de mi madre Amalia a que me viesen, y todo el mundo tenía que ver con mi traje. Dorados, más bien color oro viejo los pétalos, y verde la maya del cuerpo, tenía pétalos alrededor de la cabeza y de la cíntura. ¡Que guapa me sentía!
¡Que feliz estaba!, esas sensaciones no las he vuelto a sentir, nunca he vuelto a estar tan en paz conmigo como entonces.........Mañana más